Mano izquierda vs Mano derecha: liderar con inteligencia emocional en tiempos de cambio

RRHH

Bylasesor

5/26/20252 min leer

Tras más de 20 años observando la gestión de equipos en distintas empresas, he presenciado una amplia variedad de estilos de liderazgo. Algunos brillantes, otros desastrosos. Y si algo he aprendido en este recorrido es que, en la gestión de personas, la “mano derecha” —la autoridad, la imposición, el castigo— ha dejado de ser efectiva como herramienta principal. O como una frase que surgió de mi experiencia personal:
“Quien tiende a usar de forma rutinaria la mano derecha, suele hacerlo por falta de mano izquierda”.

La diferencia entre ambas no es menor. La mano derecha impone, ordena, empuja. La izquierda escucha, observa, conecta. Y en un mundo donde los modelos de trabajo han cambiado, donde las generaciones jóvenes no conciben la jerarquía como antes, liderar con empatía y criterio es mucho más rentable que hacerlo con rigidez.

La vieja escuela en un mundo nuevo

Muchas personas en puestos de responsabilidad siguen gestionando con el enfoque de "la vieja escuela", convencidas de que lo que funcionó hace 30 años, sigue siendo válido hoy. Frases como "esto antes no pasaba", o "estamos ante una generación de cristal", no son más que mecanismos de defensa frente al cambio. En realidad, no estamos ante una generación peor o mejor, sino ante una generación diferente, más exigente en coherencia, propósito y trato humano.

Y aquí es donde muchos líderes fallan: confunden exigencia con dureza, autoridad con imposición, experiencia con razón.

La consecuencia: empleados desmotivados, rotación constante, falta de compromiso y una cultura organizacional basada en el miedo o la desconfianza.

El criterio: la piedra angular olvidada

Uno de los elementos más subestimados en la gestión de equipos es el criterio. Y su ausencia es una de las fuentes más comunes de desmotivación interna.
No se trata solo de tener normas claras, sino de aplicarlas con coherencia y justicia.

  • Si se afirma que no se permiten familiares trabajando en la misma empresa, pero luego se hacen excepciones, el mensaje que llega al resto del equipo es que las reglas no son iguales para todos.

  • Si hay personas con el mismo rol, las mismas funciones y distintos salarios sin justificación razonable, el malestar está servido.

  • Y si se miente a los trabajadores, en un mundo hiperconectado donde todo se acaba sabiendo, la credibilidad del liderazgo se resiente.

Un equipo puede aceptar decisiones difíciles, pero no la incoherencia ni la falta de criterio. La confianza se construye con ejemplos, no con discursos.

Liderar con mano izquierda no es ser blando: es ser inteligente

Gestionar con mano izquierda no es evitar conflictos, ni buscar caer bien a todo el mundo. Es tener la capacidad de comunicar con empatía, sostener decisiones con firmeza pero con respeto, y motivar desde la comprensión del otro.

Es entender que cada persona de tu equipo es diferente, y que un buen líder no es quien trata a todos por igual, sino quien sabe tratar a cada uno como necesita ser tratado.

Hoy en día, el reto en las organizaciones no es solo económico o tecnológico. Es humano.
Las empresas que logren integrar un liderazgo basado en el criterio, la empatía y la inteligencia emocional no solo atraerán talento, sino que lo retendrán y lo harán crecer.

Porque en un entorno tan cambiante, las personas no abandonan empresas: abandonan a sus líderes.